La actividad volcánica del Etna en vísperas de la Navidad ha generado mucha publicidad en los medios de comunicación, hablándose de la posibilidad de un gran tsunami derivado del desprendimiento del volcán que sería catastrófico para todo el Mediterráneo.
La noticia la genera un artículo publicado en Science Advances donde un grupo de científicos de la Universidad de Kiel informan de un descenso en el flanco sureste del Etna, a través de una nueva red de monitorización geodésica basada en el sonido, los resultados indican movimientos bajo el agua. La investigación demostró que en un período de ocho días el flanco se deslizó unos cuatro centímetros, lo que resulta de una comparación con los datos de los satélites. Véase el artículo original aquí.
Los científicos advierten de que un descenso repentino y rápido de toda la ladera podría desencadenar un tsunami con efectos desastrosos para toda la región, lo que puede resultar demasiado aterrador si se tiene en cuenta que el descenso del Etna ha sido más bien gradual, pero no debemos entrar en pánico hasta que tengamos noticias certificadas por los expertos.
Los resultados de Science Advances indican que la ladera se está deslizando por la gravedad y no por el aumento del magma.
Se trata de un resultado novedoso, ya que los estudios sobre el Etna han demostrado durante años, mediante mediciones por satélite, que el Etna se estaba «hundiendo» progresivamente. Los científicos creían que este descenso se debía a la subida del magma y que se debía al tamaño del volcán, que tiene una superficie de más de 1600km2 y es ciertamente tan pesado como grande.
Sin embargo, gracias al equipo de geólogos marinos de GEOMAR, ahora sabemos que la razón por la que el Etna se desliza continuamente hacia el mar es la inestabilidad gravitatoria.
Las mediciones por satélite pueden medir los movimientos por encima del agua, mientras que las mediciones sonoras pueden medir los movimientos dentro del lecho marino donde el Etna está arraigado.
Para realizar las mediciones submarinas, los geólogos de Kiel utilizaron transpondedores, dispositivos que emiten y reciben señales acústicas, en el fondo marino de la costa oriental de Catania, donde se encuentra el Etna y el desplazamiento es visible. Entre abril de 2016 y julio de 2017, instalaron una red de cinco transpondedores equipados con sensores de presión para controlar los desplazamientos del fondo marino a ambos lados de la falla en la que se sumerge el Etna.
Los transpondedores envían señales acústicas, estos movimientos se registran, cuando la ola viene y cuando se va. Al conocer la velocidad a la que viaja el sonido bajo el agua, los investigadores saben cuánto tiempo tarda en llegar de un transpondedor a otro y pueden calcular la distancia entre ellos. Cuando esa distancia cambia, es porque se ha producido un movimiento del fondo marino.
Durante 15 meses, las mediciones acústicas se mantuvieron estables, salvo un cambio de unos pocos centímetros entre el 12 y el 20 de mayo. En esos ocho días se produjo un fenómeno de patrón muy claro, la inestable cara este del Etna se movió diariamente, descendiendo un total de 4 cm correspondientes a un movimiento de falla asísmica en la región.
El resultado no sólo muestra que el Etna desciende por gravedad sino que también revela un hecho muy importante, que el descenso es episódico y está fuera de riesgo de tsunami.
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